sábado, 7 de mayo de 2011

VIDEO.... ARTÍCULO TOLEDO

REPORTE PELÍCULA "MAS ALLÁ DEL GÉNESIS"

REPORTE PELÍCULA “MÁS ALLÁ DEL GÉNESIS”

A ver esta película, puedo decir que aprendí más de lo que yo creía, es una película que tiene un con lleno de historia de experimentos, de investigaciones, de conocimiento puro. Con esta película me quedo muy claro lo que es el origen de las especies y la selección natural, los investigadores nos explican que Darwin fue más allá de lo que en ese momento le permitían sus experimentos, que fue tan ingenioso y observados, que todo lo que consiguió en el beegle, fue lo que nos dio respuesta a todas las generaciones siguientes sobre su teoría.

También nos explica que todas las especies evolucionan y también se extinguen, sin embargo nosotros no somos capaces de entender nuestra evolución y por consiguiente nos auto extinguiremos, porque somos muy estúpidos para entender el mundo que nos rodea.

De forma personal la película me encanto y ya estoy tratándola de conseguir, ya que pienso que si aprendiéramos a Darwin nuestra vida sería otra.

Reporte de la visita al aviario “EL NIDO”

Reporte de la visita al aviario “EL NIDO”

Este viaje me gusto mucho ya que aprendí y conocí muchas cosas nuevas e interesantes, nuevas aves, su alimentación, el peligro en el que se encuentran por desaparece, en fin una infinidad de cosas que no sabía y que sin embargo son de suma importancia porque son especies del planeta Tierra que cohabitan conmigo.

Pude hacer conciencia de todo el daño, como seres humanos que estamos haciendo al planeta, por creer que nosotros somos los dueños de ella; somos tan ignorantes y tan tontos que no nos damos cuenta que solo estamos llevando nuestra especie a la extinción y que entre las patas nos estamos llevando a las demás especies, que incluso son más inteligentes que nosotros.

Fue maravilloso disfrutar de tanta diversidad de especies, desde conocer y ver por primera vez un Quetzal, hasta ver de cerca un Jaguar o un Tigre, fue padrísimo poder convivir con tantas aves, poder darles de comer, conocer su variedad, observar su comportamiento en época de reproducción, en fin fue una experiencia realmente gratificante, ya que me hizo reflexionar y tener conocimiento de lo que podemos provocar.

martes, 12 de abril de 2011

EL ULTIMO TURQUITO

El último Turquito.
Por Miguel Álvarez del Toro.
El lugar donde se desarrolla esta historia es una de tantas y tantas heridas por donde Chiapas exhibe su caliza; donde manos irresponsables han quitado la exuberante cabellera que formaba el bosque, dejando mondo el cráneo de la roca; donde se ha levantado una raquítica cosecha de maíz a cambio de quemar una fortuna; donde en minutos la ceniza ha reemplazado a la fibra vegetal que tardo siglos y milenios en formarse; donde la hecatombe empezó cuando un bípedo, insignificante ante la grandiosidad de la Naturaleza  pero creyéndose su amo, llego armado de un hacha y gran ambición, tapados los ojos por la ignorancia, sellados los oídos por el tintinear del dinero.
Aguas limpias, saltando sobre las piedras y formando cristalinas pozas, corren por el fondo de un pequeño barranco, arrullando con su murmullo a los turipaches que esperan el sol sobre una roca, verde por tanto musgo que la cubre y húmeda por el salpicar del agua. La humedad se hace visible en una tenue niebla que lentamente escurre entre la maraña y flotando, flotando llega hasta las copas de los gigantes milenarios cuyo follaje compite con el de las enredaderas que trepando por los carcomidos troncos tejen mallas de caprichosas vueltas, por donde escapan ágilmente los monos al ser espantados por la sombra del águila arpía. Las campánulas azules, blanca y rosadas abren sus corolas al fresco de la mañana, dando colorido al verde oscuro del follaje y permitiendo la entrada a las primeras abejas silvestres que afanosas buscan el perfumado polen; de vez en cuando aparece un abejorro de abigarrada pelambre.
Por el cayado de un helecho arbóreo trepa muy lentamente una pequeña serpiente de moteado color y siniestros ojillos, es la muerte que acecha la distracción de algún incauto pajarillo y es observada con temor por un lagarto verde que reposa sobre una ancha hoja. En la húmeda penumbra empiezan a revolotear las primeras mariposas morfos de alas azul metálico y en un recodo próximo florece un arbusto que congrega numerosos chupaflores cuyo plumaje lanza variados destellos de joyería policroma; mientras unas reinitas de celeste colorido esperan impacientes a que las belicosas avecillas les permitan participar del nectaríneo banquete.
Entre un oscuro bejucal se dispone a dormir su día una pareja de tecolotes de albos cuernecillos y rojizas caras, sus ojos entornados observan discretamente a un grupo de cucayos que pegados al carcomido tronco también pasarán el día, apagados sus minúsculos faros de fría luminosidad. En la cima de la loma, toda cubierta de bosque, se escuchan los rasposos gritos del tucán, que desde la punta de un gran árbol domina el horizonte, oteando siempre la floresta en busca de la frutilla madura. Abajo del mismo gigante centenario y oculto entre la maleza que cubre el húmedo suelo, un pequeño siervo rojizo lame su pelaje, mientras abrazada a una retorcida liana, una ardilla oscura gimotea su alaarma ante la sombra de un gavilan que pasa.
En un arbolillo de mediana altura y racimos de maduras frutillas, danzan su cortejo amorosos varios turquitos de plumaje negro y rojiza cabeza, de patas amarillas y ojos blancos. Las hembras de verdoso ropaje observan, ya interesadas, ya indiferentes, lo complicados saltos y volteretas de los rechonchos cuerpecillos de los machos ocupados en tan ritual competencia. Van y vienen,  saltan y chillan, revolotean a veces, todos siguiendo la misma ruta de ramitas cuidadosamente despojadas de follaje. Cuando un grupo se cansa toma su turno como espectador y a su vez contempla a los danzantes o mira con gozo el verde panoram ade verdes laderas, todo apretadamente cubierto de espesa vegetación. De vez en cuando la asamblea se disuelve y durante largos minutos los pajarillos devoran glotones las jugozas frutillas, luego retornan a la danza amorosa. Son, ni más ni menos,  que una parte del conjunto armónico de la Naturaleza.
Mas una mañana, igual como la descrita se escucha un sonido nuevo. Un ruido nunca antes escuchado y que paraliza momentáneamente a las criaturas del bosque. Es un sonido sordo, acompasado por un “tac” ominoso. Es la barbarie que llega con disfraz de progreso, con pretexto de necesidad. Es el desierto que en hombros de los bípedos humanos toca a las puertas del bosque.
Era un sonido raro para la floresta, mas ajenos al funesto presagio, los animalillos pretenden acostumbrarse hasta que un estruendo los sobrecoge de nuevo. El primer  gigante,  que imposibilitado para escapar sintió cómo le cortaban sus ataduras a la madre tierra, se viene al suelo, inútilmente arañando con sus ramas a los vecinos en un desesperado afán por sostenerse. Así gimiendo y aplastando hace  retumbar el suelo con su peso, asombrado de aquellos minúsculos seres que le han cortado su tronco; aquellos seres que hace apenas unos días alimentó con sus frutos, que hace unos días protegió con su sombra deteniendo los ardientes rayos del sol.
La destrucción avanza. Primero es una cinta que taladra el bosque y ya los habitantes de la floresta se han acostumbrado  al paso de humanos por el camino, solos o en grupos, caminando o cabalgando sobre sus monstruosos aparatos. Creen que el daño a su intimidad fue sólo esa cinta talada y el paso de esos peligrosos seres; esos seres que se detienen de cuando en cuando para dar muerte innecesaria  a los incautos animalillos que inconscientemente se atreven a salir a la orilla del camino. Pero muy pronto salen de su error, esa cinta desnuda es sólo el prólogo, el epílogo trágico viene unos pasos atrás.
Los seres arrogantes tan insulsos que en sus creencias dicen que todo en la Naturaleza fue hecho para servirlos, ya no tan sólo pasan de largo. En la lejanía aún se escuchan los gemidos de los gigantes sacrificados para abrir esa brecha, que malamente se transforma en heraldo de la destrucción, cuando se escuchan nuevamente los sonidos del hacha fatal que muerde ya a la vera del camino y vorazmente avanza ladera arriba. ¡Habitantes del bosque escuchad! Es la marabunta humana que llega arrastrando tras sí la desolación.
Es la evolución que la Naturaleza perfeccionó para suicidarse. Son los ilusos que se creyeron reyes de la creación y destrozando, corren vertiginosamente hacia su propia destrucción.
Pasa un año pasan dos. Los habitantes móviles del monte pretendieron huir, inútilmente, al norte, al oriente, al poniente, al sur; sólo encontraron desolación, ya el humano había pasado por ahí. Los vegetales, anclados a la tierra, incapaces de huir, tuvieron que esperar aterrados hasta que esos seres destructores, incapaces de escuchar los alaridos de terror vegetal, los gemidos de los gigantes milenarios desangrados en el suelo, llegaron machete y hacha en mano derribando y derribando, luego quemando y quemando.
Las rocas desnuda constituyen ahora todo el escenario, mezcladas aquí y allá con tocones calcinados, con madera preciosa chamuscada. Primero estuvieron disimuladas por el verde del maíz, después un poco menos y finalmente las raíces ya no encontraron tierra que nutriera a las plantas y éstas no crecieron lo suficiente  ni para ocultar las rocas; entonces los destructores dejaron el lugar y buscaron nuevos bosques para transformar en desiertos.
Donde el panorama era verde y por las mañanas se velaba por la húmeda niebla, ahora es blanco y es gris y también se vela por las ondas de calor que desprenden las desnudas rocas y el suelo al ser tocados por el sol. En lo alto de un pináculo rocoso, tan escarpado que el hachero no pudo escalar, pero hasta donde si llegaron las terribles llamas, sobreviven apenas unos cuantos arbustos achicharrados a cuya  raquítica sombra se refugia un pajarito triste, de raído plumaje negro y cabeza roja. Sus ojos de iris blanco miran incrédulos aquella desolación y sus persistentes silbidos desesperados son una maldición para los hombres que no supieron coexistir, que no supieron tomar sin destrozar y que mañana ellos mismos estarán en la misma condición que el turquito.
Los gritillos del turquito persisten, el pajarillo no quiere creer que ya nadie contestará su llamado. Su débil canto sólo es oído con indiferencia por un tordo de enlutado plumaje, nuevo recién llegado como eterno seguidor del hombre y su destrucción; una de las pocas criaturas silvestres que pueden adaptarse a vivir junto con el caos del hombre. El turquito suspende unos momentos sus angustiosos llamados para buscar una de las pocas frutillas chamuscadas, ¡mas hace poco comió la última! Además del hambre lo atormenta la sed, el arroyo hace tiempo está seco, hace días enmudeció el último lodo aprisionando el cadáver de la última rana; el rocío ya no se condensa más y la niebla húmeda ya no existe. Este día también el arbustillo llega al límite de su resistencia y las últimas hojas aún verdosas se doblan hacia abajo. 
Los gritillos del turquito se escuchan nuevamente, pero ya no son iguales a los de su especie, ya no es canto de amor, ya no es canto de alegría, es lamento de desesperación. El pico abierto porque las desnudas ramas ya no proporcionan sombra alguna que lo proteja del sol; los músculos de la laringe débiles ya por la falta de frutillas jugosas. Apenas puede volar y saltando llega  a la ramita más alta. Una vez más otea el horizonte desolado, más hasta donde alcanza la vista no hay un solo arbolado prometedor; no es posible que por ninguna parte se escuchen cantos o gritos de sus congéneres, no comprende que uno a uno fueron cayendo a tierra, que él, más fuerte, sobrevivió hasta lo posible.
El piquillo abierto, el plumaje erizado, el turquito descubre algo blanco que se abre paso entre las ondas de calor.
Es un chamaco que bañado de sudor sube la loma, camino del lugar donde, allá lejos, sigue la tumba de otro trozo de monte; tiene el rostro enrojecido y la desesperación por tanto calor quiere invadirlo. Por un momento ¡que ironía! Se agacha en la escasa sombra que proporciona el chamuscado tronco de un chinine, el mismo que hacía tiempo le proporcionó grasosa fruta para saciar su hambre, cuando aún estaban en la tarea de asesinar árbol tras árbol, él, su padre y su tío.
El tronco muerto, ennegrecido, no proporciona mayor alivio contra ese calor y el chamaco campesino sigue su camino por el árido paisaje. La vereda sube hasta el pináculo rocoso y en la punta de un arbustillo secarrón, el chamaco descubre un pajarillo que parece muy manso por estar desfallecido. Es un pajarillo negro y rojo, con sus blancos ojos entornados y el piquito abierto por la sofocación. Olvida un momento su cansancio y rápido saca la fatal resortera. Zumba una piedra que golpea un cuerpecillo casi muerto de sol, de hambre y sed. Como si tal cosa, el chamaco ni se digna dar una segunda mirada a su inocente víctima y calcinado por el ardiente sol apenas si recuerda la belleza de este lugar, cuando recién llego acompañado de su padre en los comienzos de la rosa. Apenas los dulces chicizapotes que comiera y hasta reconoce los árboles al ver sus troncos negros, derribados, llenos de polilla, la mitad convertidos en ceniza.
Sobre una roca áspera, moviéndole las plumillas el caliente aire, esta el inmóvil cuerpecillo rechoncho del último turquito. Es la mano del hombre que ha pasado por aquí. Es la civilización que ya llegó por acá.


Glosario:
Turipache: reptil parecido a una iguana.
Musgo: plantas que habitan lugares húmedos.
Campánulas: flores.
Corolas: Parte de la flor formada por pétalos generalmente coloreados.
Follaje: Hojas de las plantas.
Polen: Parte de las plantas  que lleva el gameto masculino.
Chupaflores: colibríes.
Policroma: De muchos colores.
Reinitas: pájaros de color azul.
Celeste: Azul.
Nectaríneo: Que proviene del néctar, líquido azucarado que producen las plantas para atraer  diversos animales.
Albos: Blancos.
Cucayo: Especie de lagartija.
Oteando: Registrar desde un lugar alto lo que está abajo.
Floresta: Terreno frondoso y ameno poblado de árboles.
Lianas: Plantas trepadoras de los bosques tropicales con tallos muy largos, leñosos, parecidos a cuerdas.
Cortejo: Conducta de algunos animales que se presenta previa a la reproducción.
Ladera: Declive de un monte.
Ominoso: azaroso, de mal agüero.
Talada: Corta de árboles en masa hasta dejar rasa la tierra.
Epílogo: última parte de un discurso o novela.
Heraldo: mensajero.
Marabunta: Nombre que s le da a una hormiga muy destructora.
Tocón: Parte del tronco de un árbol que queda unida  a la raíz.
Milpa: Sembradío.
Pináculo: Pare superior o más alta.
Escarpado: Que tiene gran pendiente.
Tordo: Pájaro estornino.

Reseña


Estoy impresionada por que es una historia desgarradora ya que yo en lo personal me di cuenta el gran daño que le estamos haciendo a la naturaleza y el gran problemas que nos estamos ocasionando a nosotros mismo con el hecho de llegar a un lugar que en primera no nos perteneces, que tenemos que entender que como seres humanos no somos dueños de todo lo que existe en nuestro planeta; tenemos que concientizarnos y darnos cuenta que nosotros somos una especie animal más que habita en este planeta y que pos nuestras necesidades erróneas no podemos llegar a un lugar a quitar sus árboles dejar sin hogar a muchas especies de animales o incluso matarlos por el hecho de darle comodidad a nuestra especie la selva nos brinda tantas y tantas cosas, beneficios, e incluso protección. Pero no nos damos cuenta ya que somos ignorantes, no sabemos el daño que nos estamos haciendo; por ignorancia matamos quitamos y nos creemos más inteligentes que la propia naturaleza pero un día no muy lejano si no somos consientes de lo que estamos provocando nosotros mismos estaremos cavando la tumba de nuestra extinción como especie en la tierra. Desapareceremos ya que no somos aptos para coexistir con las demás especies, no reciclamos, no generamos nuestro propio alimento, robamos el de otros animales, robamos su espacio, y ni si quiera nos respetamos a nosotros mismo; gracias a esta lectura y entre otras cosas  pude aprender que no  estamos aptos para ser parte de este mundo y llegara el día que así como aparecimos, así nos esfumaremos… 

lunes, 4 de abril de 2011

ARRECIFE DE CORAL

ARRECIFE DE CORAL

Un arrecife de coral es una estructura de piedra caliza que proporciona refugio para casi un cuarto de toda la vida marina que hay en los mares. Como uno de los más grandes y complejos ecosistemas del planeta, los arrecifes de coral son hogar de más de 4.000 especies de peces, 700 especies de coral y miles de otras plantas y animales.

Muchas veces confundido como planta o roca, el coral se compone de animales diminutos y frágiles conocidos como pólipos y de los esqueletos de estos cuando mueren. Hay dos tipos de coral: el coral duro, cuya estructura de carbonato de calcio (también conocido como piedra caliza) forma los arrecifes de coral (ej. coral cerebro) y el coral suave, que por su forma y flexibilidad se asemeja más a las plantas.

Qué es un pólipo de coral ?

Un pólipo de coral es el verdadero animal del coral, y juntos por millares forman las colonias de corales. Son parientes invertebrados de las anémonas y medusas. Estos pólipos usan el carbonato de calcio del agua para formar la estructura de piedra caliza que los protege, son de hábitos nocturnos, por lo que por la noche pueden apreciarse sus pequeños tentáculos cuando están alimentándose.

Los corales duros se alimentan por unas pequeñas algas, que viven y crecen dentro ellos, las que usando la energía solar para el proceso de fotosíntesis, le proveen hasta el 98 % de sus necesidades nutricionales. Por supuesto solo pueden vivir en aguas poco profundas donde llega la luz solar. También se alimentan capturando con sus tentáculos zooplancton por la noche.

ADAPTACIONES ANIMALES
Puede observarse en el arrecife el alegre y multicolor ir y venir de enjambres de peces como los "ballesta", los "loro", las "gallinetas", los "ángeles" y las "mariposas", cuyos colores y diseños parecen salidos de la paleta de un pintor.
La característica más sobresaliente y fácilmente observable entre los peces de los arrecifes radica en la exhibición de refulgentes estructuras que semejan libreas de brillantes colores. Al parecer, la mayoría de estas singulares coloraciones funcionan como marcas territoriales, es decir, los peces señalan con su presencia el área que les pertenece.
Son como semáforos vivientes que pretenden señalar de alguna manera, a sus congéneres, que ocupan una parcela del arrecife que defenderán encarnizadamente. Para evitar encontronazos cruentos, esos fabulosos artífices que son las mutaciones, es decir los cambios hereditarios y la selección natural, han ido perfeccionando "los colores de guerra" de los peces territoriales.
No cabe duda de que el comportamiento de la luz sobre las estructuras de los peces coralinos, así como la densidad de sus poblaciones, son los factores que han venido a determinar la aparición de tan fabulosas gamas cromáticas; porque como a cada pez "le interesa" que lo identifiquen los miembros de su propia especie, debe presentar características perfectamente diferenciables, incluso de las de sus más cercanos parientes.
Resulta interesante hacer notar que muchos de los peces son más fuertemente territoriales antes de alcanzar la madurez sexual, y es justo en este periodo de su vida cuando se cubren con coloraciones más llamativas; tal es el caso del "pez emperador", que de joven presenta su cuerpo con coloración negra recorrido por líneas concéntricas azules, moradas, blancas y amarillas, y de adulto su cuerpo es anaranjado con rayas azules horizontales.
Otro tipo de librea podría servir para descomponer la silueta por medio de líneas horizontales o verticales a lo largo de su cuerpo y hacer difícil, para la vista de los depredadores, el reconocimiento de un solo individuo en un banco, como sucede con el pez "tambor".

Adaptaciones vegtales
Las algas y las yerbas marinas son los principales tipos de plantas en el ambiente del arrecife coralino.  Son los productores primarios y proveen la fuente básica de alimento para todo el ecosistema del arrecife.
Las algas varían en tamaño desde plantas simples unicelulares como las zooxantelas, que se encuentran en los pólipos de corales, formas multicelulares ramificadas que comunmente se conocen como macroalgas.  Los pigmentos de las algas les dan los colores característicos de cada tipo, por ejemplo algas rojas, algas pardas y algas verdes.
Dos tipos principales de algas multicelulares que se encuentran en los arrecifes son las algas coralinas y las algas calcáreas.  Estas algas no son solamente alimento para algunos de los animales del arrecife coralino, sino que también contribuyen al armazón de cal del arrecife.
Las algas coralinas estan formadas de masas de filamentos muy finos, que se esparcen en capas finas sobre la superficie rocosa del arrecife.  Estos filamentos producen carbonato de calcio, haciendo que las algas parezcan más una roca que una planta.  Los filamentos incrustantes atrapan granos de arena, y también cementan las partículas de arena entre sí.  De esta forma las algas coralinas ayudan a estabilizar la estructura del arrecife de coral.
Las algas calcáreas no se incrustan como las algas coralinas, sino que crecen erectas.  También producen carbonato de calcio (cal).  Cuando estas algas se mueren, la cal que queda produce arena.
Un tipo de alga calcárea conocido como Halimeda produce cerca de cincuenta por ciento de la arena que se encuentra en algunas de nuestras playas en el Caribe.

Bibliografía

MANGLAR

EL MANGLAR
Los manglares de México se distribuyen en ambas costas del país; en la costa del Pacifico se desarrollan desde Chiapas hasta la Baja California en la Laguna de San Ignacio, mientras que en la costa del Atlántico se encuentran desde la parte sur de Quintana Roo (en el litoral del Caribe)  hasta la Laguna Madre en el estado de Tamaulipas (Golfo de México).

Manglar Yucatan México
Las áreas más amplias y desarrolladas son las ubicadas en las lagunas costeras con una entrada significativa de agua dulce y amplios estuarios. Estas áreas se encuentran sobre todo en el Golfo en las lagunas que se forman en las desembocaduras de los ríos mas caudalosos de México, el Río Grijalva, Usumacinta, Tulijá y Papaloapan como la Laguna de Términos, de Atasta, Pom, Machona, el Carmen, Sontecomapan, Alvarado y Camaronera además de bahías y pequeñas lagunas como las Bahías de San José, Espíritu Santo, de la Ascensión y las lagunas de Campechén, Yalahua, Mandinga, de Tamiahua, la zona lagunar del Río Tamesí y del río Soto la Marina.
En la costa del Pacifico los bosques de mangle  se encuentran distribuidos a lo largo de la costa: en Chiapas, en la zona conocida como las pampas de Maragato-La Cantileña, además que en los esteros de la Carreta y Palo Blanco, en las lagunas el Mosquito, Encrucijada y la Joya; en la provincia de Oaxaca estos ecosistemas se desarrollan en pequeñas zonas entre la Laguna Inferior y el Mar Muerto además que  en las lagunas de Chacahua y Corralero; en Guerrero crecen en varias lagunas como la Tres Palos y la Coyuca; en Michoacán de Ocampo se localizan sólo en pequeñas áreas en la desembocadura de algunos ríos, como también en los estados de Colima, Jalisco y Nayarit, donde desarrollan bosques de significativa importancia en las lagunas de Agua Brava y Teacapan; en las costas de Sinaloa los manglares crecen en esteros, bahías y en ensenadas, desde Mazatlán hasta Los Mochis; en las provincias de Sonora y Baja California las especies de manglar se encuentran muy localizados y prácticamente sólo en forma de arbustos.
En México estos ecosistemas pueden llegar a formar bosques muy densos y desarrollados, especialmente en los humedales costeros de los deltas del Grijalva y Usumacinta en la provincia de Tabasco y Campeche y en las lagunas costeras de Chiapas, donde los árboles alcanzan los 30 m y las comunidades de manglares se extienden al interior en la ribera de los ríos durante varios kilómetros. Con el aumento de la latitud, la diversidad del ecosistema disminuye y las comunidades vegetales se desarrollan en forma arbustiva. Las cuatro especies arbóreas más comunes en México son:  Rhizophora mangle (mangle rojo), Laguncularia racemosa (mangle blanco), Avicennia germinans (sin. A. nitida, mangle negro) y Conocarpus erectus (mangle botoncillo). 
Importancia biológica, económica y socio-cultural de los manglares
Los manglares a pesar de su área de cobertura relativamente pequeña en comparación con otros biotopos terrestres (v. gr., bosques latifoliados caducifolios tropicales), constituyen uno de los 14 biomas terrestres es decir, conforman una cohorte singular, sobresaliente, de plantas y animales que habita espacios con características físicas igualmente singulares.
Importancia biológica


§  Hábitat de especies migratorias, principalmente aves que pasan en los trópicos y subtrópicos la temporada invernal septentrional o meridional.
§  Hábitat de estadios juveniles de muchos peces pelágicos y litorales, moluscos, crustáceos, equinodermos, anélidos, cuyos hábitat en estadios adultos son las praderas de fanerógamas, las marismas y lagunas costeras, los arrecifes coralinos u otros, incluso de aguas dulces en el interior de los continentes (Aproximadamente el 70 % de los organismos capturados en el mar, realizan parte de su ciclo de vida en una zona de manglar o laguna costera).
§  Por su condición de ecotono entre los dos grandes tipos de biomas, los manglares alojan gran cantidad de organismos terrestres y marinos.
§  Poseen una productividad primaria muy alta lo que mantiene una compleja red trófica con sitios de anidamiento de aves, zonas de alimentación, crecimiento y protección de reptiles, preces, crustáceos, moluscos, entre otros (MacNae, 1968; Norudin, 1987; Flores-Verdugo, 3000)
Importancia económica
§  Los manglares prosiguen el litoral del golfo contra la erosión costera que derivada del oleaje y las mares, como consecuencia de la estabilidad del piso litoral que las raíces fúlcreas proveen; de otra parte, el dosel denso y alto del bosque de manglar es una barrera efectiva contra la erosión eólica (vientos de huracanes, etc.), aún durante las temporadas de fuertes tormentas
§  Los manglares son un paliativo contra posibles cambios climáticos no sólo por ser fijadores de CO2, sino además porque el manglar inmoviliza grandes cantidades de sedimentos ricos en materia orgánica.
§  También mediante este mecanismo, los manglares atrapan contaminantes (v. gr., compuestos orgánicos tóxicos persistentes y metales pesados)
§  Los ambientes hipóxicos de los manglares (y de las marismas y lagunas costeras) purifican las aguas cloacales transportadas por los afluentes y disminuyen el cambio climático mediante la oxidación o reducción del óxido nitroso (gas de efecto invernadero) -producto de la descomposición anaeróbica de la materia orgánica-a óxido nítrico o a nitrógeno molecular respectivamente.
§  Se estima que por cada especie de manglar destruida se pierden anualmente 767 kg de especies marítimas de importancia comercial (Turner, 1991)
Importancia socio-cultural


Los manglares desempeñan un papel importante como fuente de recursos insustituibles para muchas poblaciones campesinas en los trópicos. Esto es particularmente crítico en aquellas regiones en donde las áreas terrestres adyacentes a los manglares son predominantemente áridas, v. gr., delta del Nígercinturón árido pericaribeñogolfo de Bengala y por tanto limitadas en su oferta y diversidad de recursos. A continuación se listan los más más importantes recursos. Cabe decir que éstos han sido explotados sin menoscabo desde hace cientos y aún miles de años; sin embargo, recientemente (desde mediados del siglo XX), el crecimiento poblacional, la expansión urbana, la preponderancia del consumismo y el advenimiento de tecnologías extractivas eficientes han diezmado los recursos del manglar en muchas regiones, hasta condiciones irreversibles de deterioro y agotamiento.
§  La pesca industrial a gran escala y la artesanal a nivel familiar
§  Carbón de leña, madera de mangle para construcción y leña
§  Zoocría de muchas especies (Hydrochaeris hydrochaeris, Caiman croccodylus…)
§  Extracción de sal
§  Extracción de taninos
§  Cacería
§  Recreación y turismo
BIBLIOGRAFIA

MATORRAL XEROFILO

El Matorral Xerófilo


  • Comprende las comunidades arbustivas de las zonas áridas y semiáridas de la República Mexicana.
  • Con clima seco estepario, desértico y templado con lluvias escasas. Su temperatura media anual varía de 12 a 26 ° C.
  • Su flora se caracteriza porque presenta un número variable de adaptaciones a la aridez, por lo que hay numerosas especies de plantas que sólo se hacen evidentes cuando el suelo tiene suficiente humedad.
  • Entre las especies más frecuentes en sus matorrales están: Mezquital, Sahuaro o cardón, chollas, copal, matacora, ocotillo, y diversos tipos de matorral: Matorral de neblina, el Matorral desértico micrófilo, el Matorral desértico rosetófilo, el Matorral espinoso tamaulipeco, Matorral submontano y Chaparral. El Chaparral está constituido por especies arbustivas y arbóreas que difícilmente sobrepasan 12 m de altura, como manzanita y Rosa de Castilla.
  • En conjunto, los matorrales xerófilos, dadas las condiciones climáticas en que se desarrollan, no son muy propicias para las agricultura ni la ganadería intensiva, por lo que no han sido tan perturbados por las actividades antropogénicas, aunque si por la extracción de ejemplares, principalmente de cactus.
Adaptaciones animales


Los animales también tienen diversas estrategias para sobrevivir a las duras condiciones del desierto.
Algunos ponen huevos muy resistentes a las condiciones de sequedad, los que suelen sobrevivir durante años hasta que se den nuevamente las condiciones de humedad que permitan su desarrollo.
Los pocos anfibios que existen en los desiertos son animales capaces de permanecer largo tiempo en letargo (somnolencia) durante los períodos secos; así, al igual que las plantas e insectos, esperan que llegue alguna lluvia para aparearse y poner huevos. Tal es el caso de la ciclorama, de Australia, que puede permanecer en letargo, enterrada en el suelo, por varios años.
Muchos animales del desierto, como aves y roedores, mantienen reducidas poblaciones y solo se reproducen después de las precipitaciones de invierno, cuando el crecimiento de la vegetación asegura el sustento.
La mayoría de los animales que habitan en el desierto no beben casi nada de agua, obteniéndola del propio metabolismo de los alimentos, como es el caso de los almidones, que al metabolizarse, producen dióxido de carbono y agua, los que les permite vivir sin beber por largos períodos de sequía.

Adaptaciones vegetales

Aunque las suelos del desierto son muy secos, es posible encontrar vida en gran parte de ellos. Todos los desiertos, incluyendo los más áridos, albergan vida en su superficie, desde vegetales, a veces poco aparentes, hasta curiosos animales, los que son capaces de adaptarse a este difícil medio en que les tocó vivir.
Desierto




Las plantas, por ejemplo, han desarrollado sus propias formas de conservar y utilizar el agua, como una forma de supervivencia. Puede ser que sus semillas permanezcan en el suelo incluso durante años, hasta que las precipitaciones las mojen y vuelven a brotar. Esto ocurre con el fabuloso desierto florido que adorna nuestro país en años lluviosos, donde las plantas tienen una vida muy corta; es decir, germinan, brotan, florecen, asemillan y mueren en un tiempo muy breve. Otras plantas, como las leñosas, en cambio, desarrollan otras estrategias: o tienen grandes raíces, capaces de alcanzar fuentes de agua a gran profundidad, o las extienden para captar rápidamente la humedad del rocío o las lluvias ocasionales. Normalmente, las hojas de las plantas del desierto son muy pequeñas, facilitando la conservación del agua, ya que su área de transpiración es más reducida.
Quizás las plantas de desierto más conocidas y mejor adaptadas son las suculentas (carnosas), entre las que destacan las cactáceas (cactus), que tienen tallos y raíces carnosos capaces de almacenar agua para períodos críticos. Han perdido sus hojas, disminuyendo al mínimo la transpiración. La fotosíntesis, propia de las hojas, la realizan los tallos, provistos de clorofila, los que además tienen una cutícula cerosa para disminuir la pérdida de agua.
Bibliografía